Se dice de aquel emprendedor que no acepta las críticas, que no tiene una visión realista de su negocio y que solo escucha los halagos y/o opiniones positivas sobre su producto o servicio.
Pues bien, este síndrome es perfectamente extrapolable al empresario enamorado de su compañía. Aquel que a pesar de que el rumbo del mercado indica Sur, él sigue empeñado en navegar dirección Norte; contra viento y marea. Aunque el mercado le dé inequívocos avisos de que se avecina un temporal, él seguirá obviando el peligro, siguiendo con su mantra: “es que siempre lo he hecho así”.
En definitiva, aquel empresario que pretende que lo que le funcionó entonces, lo haga de la misma manera ahora, 20, 30 ó 40 años después.
Por eso es crucial rodearte de aquellos que no necesitan bailarte las aguas.
Aquellos profesionales, ajenos a la organización, que conscientes de la realidad del mercado y de tu sector, te aportarán una dosis de realidad que, aunque siente como un jarro de agua fría, te harán volver a coger el rumbo adecuado y evitar así el naufragio de tu compañía.
Atlantis está repleto de simbologías marítimas y es que en el mar, como en la empresa, las aguas muchas veces están revueltas.